La segunda secretaria interina del presidente de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, Luis María Díez-Picazo Giménez, es la única testigo del magistrado contra su colega Javier Borrego, a quien acusa de haberlo empujado.
Clara María B.F. de P. ratifica la versión de Díez-Picazo a pesar de admitir que el hecho ocurrió dentro de la oficina de su jefe, a puerta cerrada. Tendrá que confirmar su declaración ante el promotor de la Acción Disciplinaria (pAD), Ricardo Conde, este viernes 20 de septiembre.
La condición de la testigo como interina la hace susceptible a que su puesto depende únicamente de la voluntad de su jefe, Díez-Picazo Giménez.
La interina fue, de acuerdo con la carta del magistrado, la única que supuestamente vio cómo Borrego empujaba a Díez-Picazo Giménez para cerrar la puerta la mañana del 2 de abril pasado, cuando ambos mantenían una conversación a puerta cerrada, en el interior del despacho del primero, a tenor de su declaración escrita.
“Entonces, cuando fui a abrir la puerta del despacho, (Borrego) me cogió por los hombros y me empujó para que no lo hiciera. Ya con la puerta abierta, se marchó gritando un exabrupto que pudieron oír varias personas, incluidas mis dos secretarias personales”, escribe Díez-Picazo Giménez de su puño y letra en su escrito dirigido al presidente del Tribunal Supremo, Carlos Lesmes Serrano, que tiene fecha de registro 4 de abril.
“La primera secretaria de Díez-Picazo Giménez, María del Rosario B.A., funcionaria de carrera, cuyo puesto de trabajo se encuentra mucho más cercano a la puerta del despacho del magistrado presidente de la Sala, no vio nada”, recalca el portal Confilegal.
Pero llegó a escuchar voces “en tono elevado que no llegué a distinguir por encontrarme hablando por teléfono” y que claramente indicaban que se estaba produciendo una discusión en su interior. No vio ningún empujón.
El misterio que tendrá que dilucidar el pAD del Consejo General del Poder Judicial es cómo la secretaria interina, Clara María B.F. de P., pudo ver lo que ocurría dentro del despacho de Díez-Picazo Giménez si estaba la puerta cerrada, tal como cuenta el magistrado presidente de la Sala en su escrito a Lesmes.