La tecnología también se puede aplicar a los servicios legales. De hecho, los abogados tienen su propio término -anglosajón- para englobar aquellos avances referentes a su campo. Se trata de las Legal Tech, una noción que ha cobrado fuerza en el sector desde hace unos cinco años y que hace referencia a la aplicación de la tecnología y softwares para optimizar las tareas del campo jurídico. En concreto, en la elaboración de documentos, el procedimiento y la relación con los profesionales del derecho.
El uso de estas herramientas no sólo beneficia a los abogados, sino también a sus clientes. Y es que, la optimización del servicio está orientada al consumidor, a la experiencia y a la inmediatez. Las Legal Tech sirven, por ejemplo, para que el interesado pueda calificar la facilidad de acceso y el servicio del abogado solicitado.
El profesor Luis Escribano ha comentado en La Vanguardia que en un futuro esta tecnología cambiará el funcionamiento de los despachos legales. Tanto, que los clientes podrán acudir a empresas que ofrezcan servicios legales en vez de a profesionales jurídicos. No importarán los conocimientos legales sino la orientación y la experiencia del consumidor. El proceso podría estar tan automatizado que una cuestión legal podría resolverse hablando con un chatbot -un robot capaz de simular una conversación con una persona-.
Todos estos cambios obligarán a los abogados a cambiar su rutina y su forma de trabajar. Según el citado profesor, las universidades son las responsables de formar a los futuros juristas, en materia de aplicación de las nuevas tecnologías. “Quien tendría que formar a estos profesionales son las facultades de derecho, que empiezan a estar interesadas. Sin embargo, están generando profesionales obsoletos”, ha asegurado. Escribano también ha comentado en su artículo que muchas de las Legal Tech “han nacido de abogados a los que no les gustaba su día a día, quienes han dejado el despacho y se han unido a perfiles tecnológicos”. En cualquier caso, los próximos profesionales del derecho deberán tener conocimientos sobre cómo comunicarse en la red y cómo piensa el cliente.